Un día me dispuse a escribir sobre ti, a recordarte de la mejor manera.
Me dispuse a pensar de cómo eres; sin darme cuenta, todo lo bueno lo suprimí.
Fue un acto involuntario, no fue pensado; algo frágil se encendió en mí.
No comprendí qué me condujo a ello; mis manos no se detuvieron, seguía escribiendo.
No me daba cuenta, pero caían gotas sobre la hoja; no fue sudor, eran lágrimas de desconsuelo.
No te miento, te lo garantizo, mi propósito de rememorar aquellos momentos agradables, mi mente la detuvo, la enterró.
Mientras más pensaba en ti, más me sentía triste, dolido; es difícil de explicar, creo que llevo un tormento aquí adentro.
Te amo, no lo niego; incluso cuando me causas daño, trato de convivir con eso, vivir como ninguno o como cualquiera.
Cuando me dispuse a escribir sobre ti, me traicionó mi corazón que está cargado de tristeza y desolación.
Lo siento, describir mi desaliento no fue mi intención.
¡Me jugo en contra tu desamor!