Ayer tenía un pena, que en la noche
no podía dormir y, me desperté en la
aurora con ese sol radiante. Con ganas
de trabajar.
Me asomé a la ventana,
un viento con sabor a mar llegó a mí.
Una alegría sentí en mi corazón,
que bonito fué.
Llegaron las embarcaciones
con buen pescado, regresé a casa felíz
a disfrutar de un buen bocado del mar
a su mesa; como lo manda Dios.
La pena que tenía, no sé dónde quedó, porque
estoy felíz bendecido de el Creador.