Augusto Fleid

El Susurro de la Ășnica rosa en los jardines sagrados de la eternidad

Podría hablar de pétalos dorados,  

de mil primaveras brotando en el viento,  

o de antiguos jardines donde el alma  

se engalana con la luz de la sakura,  

bajo un cielo pintado en suaves rosas,  

donde la brisa murmura secretos  

de torres que lloran líquenes tiernos,  

susurros de Babilonia y su magia,  

donde el tiempo se detiene en mil noches.

 

 

Mas hoy, mi pluma se rinde a tu esencia;  

soy un iluso viajero, como el niño  

que busca en el infinito lo que ama,  

perdido entre flores que nunca conoceré.  

 

 

En este vasto mundo de belleza,  

donde florecen millones de rosas,  

solo tú, en mis días de alboradas,  

brillas con un fulgor que embriaga mi ser;  

mi única y sagrada rosa,  

mi luz, mi destino, mi hogar.