Los cielos derraman lloros emocionados
sobre las rojas arboledas del otoño;
las hojas alfombran las sendas del antaño
que fueron testigos de dos enamorados.
Cuentan las prosas de los invisibles hados
que dos amantes sellaron un plan extraño:
con su sangre tejieron un luctuoso engaño,
para eternizar sus amores confesados.
Las dos familias de linajes distinguidos,
de nobles blasones y rivales condados,
maldecían los besos de los afligidos.
Mancebo y doncella de sus castillos huidos
en el río turbulento se sumergieron;
ahogados en sus aguas yacen unidos.