Carmiña, no podía
parar de llorar...
Se sentó en la entrada
de su casa
mirando la nada.
Sobre un banco de
azulejos azules.
Ese mismo, donde
alguna vez
había sido una fuente,
con peces gordos
colorados, que a ella
le gustaba tirarles
migas de pan...
En aquel momento,
había sido feliz.
Ahora una piltrafa,
la había dejado
su primer novio,
su primer amor.
Y ella entregándole
su corazón se
lo habían hecho
añicos.
(rosi12)