En la calidez del momento
donde el tiempo no tiene fin,
los murmullos se entrelazan
como aquel dulce violín.
Los sueños pintan paisajes
de un futuro sin dolor,
donde en cada amanecer
se renueva el mismo fervor.
Las estrellas son testigos
de promesas de azahar,
y en el aire se dibujan
secretos por desvelar.
Así, en esas noches serenas,
la esperanza crece sin fin,
y el amor se vuelve eterno
como un poema de marfil.