No te canses de sembrar en el suelo, aunque el sol abrase y la lluvia no caiga. En cada gota de sudor hay esperanza, y en cada semilla, la promesa de vida.
A su tiempo, cuando todo parezca perdido, brotará el fruto de lo que sembraste. El viento llevará tus susurros al cielo, y la cosecha llegará, si no desmayas.
Sigue firme, aunque no veas aún la flor, porque el que siembra con fe, siempre cosecha amor.