Te quiero solo a ti, con la locura
del viento en huracán sobre mis velas
que impulsa las pasiones, las estelas
que dejan tu mirar de mar oscura.
Te quiero en un abrazo de ternura,
en un acariciar de lentejuelas,
y quiero, en suma, darte lo que anhelas:
la vida en la que muero sin mesura.
Postrándome ante ti te invoco mía
y rezan mis entrañas por entero.
Y busco ante tu rostro, poesía,
tenerte siempre en mí, pues solo espero
¡Oh!, diosa de mi carne, que algún día
comprendas ¡Cuánto, amor! ¡Cuánto te quiero!