En la senda de la verdad, con paso firme y sin vacilar,
los apóstoles marcharon, su fe no pudieron callar.
Con valentía en el corazón y la palabra como espada,
predicaron con fervor, su misión no fue bloqueada.
A pesar de la oposición, su alegría no se apagó,
pues sabían que su labor, a Jehová mismo agradó.
En la adversidad encontraron una paz sin igual,
la paz que solo viene del celestial.
En tiempos de restricción, con prudencia han de actuar,
más su mensaje salvador, no dejan de proclamar.
Es un esfuerzo sin tregua, una lucha sin cesar,
pero la recompensa divina, nadie les podrá quitar.
La paz de Jehová, en la tormenta, es faro y es guía,
en la incertidumbre, es la roca donde el alma confía.
En epidemias y urgencias, en la persecución,
es la paz de Jehová la que ofrece salvación.
Aferrados a la fe, a la esperanza de lo eterno,
miran hacia el futuro, con un anhelo tierno.
El Dios de la paz promete, y su palabra es fiel,
estar con los suyos, en cada amanecer.
Así, en la senda de la verdad, con amor y con pasión,
siguen predicando, cumpliendo su misión.
Porque saben que al final, lo que realmente importará,
es haber sido fieles, y en la verdad, siempre caminar.