Salva Carrion

En un juego de espejos

 

En un juego de espejos, una voz resuena,

un lío de pronombres entre el viento suena.

\"A mí me llaman tú\", se asegura la brisa,

mientras el yo alza su ego con una sonrisa.

 

Eres un reflejo en el espejo del tiempo,

una tangible confirmación de tu cuerpo.

Cuando me llamas \"tú\", ¿quién serás en verdad?

¿Las sombras que acechan en la luz de tu edad?.

 

Soy el murmullo del río vital que fluye,

la esencia de tu ser, el amor que te incluye.

Yo, en tu realidad, soy tu más bello canto,

la voz sagrada de un razonamiento cierto.

 

En un rincón del verbo, el vacío se llena:

tú eres tú, yo soy yo, en la plática serena.

Egos entrelazados, huellas en el suelo,

¿quiénes somos al final de este vasto duelo?.

 

Me nombras, y evocas el filósofo sino,

en el \"tu\" reside un “yo” cognitivo y prístino.

En la ilusión del ser, donde el yo se desata,

todos somos “tu\" en el mismo cáliz de plata.

 

Tu, con tus sombras y luces, con tus camelos,

yo, con mis grandes dudas, principios y celos,

nos encontramos en las miradas sentidas,

en el cómputo de las horas esparcidas.

 

En nuestra mente ágil, yo soy yo, y tú eres tú,

en el vivir cotidiano, de ayer y ahora,

somos más que un simple dualismo del yo/tu,

somos el sujeto y el objeto que aflora.

 

En el universo, en la trama de la vida,

cada ser es un hilo, en la red compartida.

Somos un ser de un todo global que se siente

en todos los yoes del nosotros presente.