Envuelto por las telarañas de la memoria
una parte de mi vida escala en el pasado,
donde rostros de ausencia se asustan
del mismo silencio que un día han besado.
No estoy en la altura pero debajo de mí
siento el lodo donde me estoy arrastrando,
donde las inertes sombras son como mimos
que la oscuridad de a una se las va llevando.
Todo es un remanso de calma y de quietud
y el tiempo, una gran ave donde voy volando,
entre viscerales caminos que se bifurcan
para que el destino halle el camino de su ocaso.
Solo con huellas he ido haciendo mi historia
con debilidades con las que yo he llorado,
con el dolor persiguiéndome aquí mismo
y mi rostro que conmigo también ha cambiado.
Apenas un retorno en tan solo un instante
donde mi presente siente la necesidad de un algo,
en una necesidad de replegarme por dentro
¡Y entristecer por lo que detrás de mí fui dejando!