La vida del humilde, derramada,
esa que no se llega a publicar.
No será más sentida por llorar
ni más o menos grande, por cantada.
La vida de este ser hay que apreciarla
cuando él, lucha buscando la verdad,
que camufla el que llega a ser, deidad,
y maquilla, para manipularla.
Y pasa que el humilde, sufre y muere
mientras los mandos triunfan sin reparo
con el bulo y la farsa como amparo,
y un sarcasmo, que el amor propio zahiere.