EDGARDO

Nuestro tiempo

Con éxtasis perpetua, mi alma revolotea,
En tu dulce néctar, mi corazón se alimenta.
Pero la ausencia, como una sombra, me rodea,
Y en la soledad, mi alma se lamenta.
Tu amor, una semilla, en mi corazón sembraste,
Y con el tiempo, un árbol frondoso creció.
Tus raíces profundas, en mi alma se anclaron,
Tus ramas al cielo, mis alegrías mostraron.
Por eso te digo, que podrá nublarse el sol para siempre;
El mar secarse, el mundo en pedazos caer.
Pero en mi corazón, tu amor resplandecerá,
Como un faro en la noche, eterno y fiel.
En un mundo ajeno, donde solo tú y yo existíamos,
Libres de juicios, nuestras almas se entrelazaban.
Como dos estrellas fugaces, cruzamos el cielo, 
Ignorando las sombras, buscando solo nuestro sol. 
Soñaba con un mundo nuestro, lejos del ruido, 
Donde solo el amor y la verdad reinaban.
Quería gritar a los cuatro vientos nuestro amor,
Sin temer a las miradas, ni a las palabras.
Recuerdo aquellos días, bajo el cielo azul, 
Donde el tiempo se detenía, cual río en su cauce.
 Soñé con un futuro juntos, tú y yo,
 Un laberinto de amor, donde siempre nos hallaríamos. 
Aunque la vida nos separó, cual ramas de un árbol, 
Nuestras raíces, en lo profundo, se entrelazan.
 Y aunque la distancia nos separe, nuestro amor, 
Como una estrella fugaz, eternamente brillará.
Hoy el tiempo nos une, cual océano generoso,
Nuestro amor, un puente, a través del tiempo.
En cada estrella que brilla, en cada brisa que sopla,
Siento tu presencia, y mi corazón se llena de esperanza.