Hubo un momento, un tiempo donde la felicidad la tenía en mis manos, pero se desvaneció como la arena entre los dedos.
Hubo un tiempo en que todo para mí era maravilloso, perfecto, había gozo, pasión; fue hermoso; ahora todo es confuso.
Me acostumbraba a ir por el mundo sin preocupaciones, sin dolor, sin inseguridades, más todo acabó en un instante.
Comprendí que todo lo bueno, así como viene, así también se va, como una estrella fugaz, como aquellas palabras que se las lleva el viento.
Oí muchas veces esa frase bonita de la gente: \"todo lo cura el tiempo\", no es cierto; pueden detenerse las agujas de un reloj, pero no los sentimientos.
Volver a mirar atrás; mis pasos, mis pisadas se tornan lentos; más tarde la erosión las borra, como tratando de borrar los recuerdos.
No es fácil vivir y sentir que algo inexplicable me quema por dentro, y vomitarlo no es correcto.
Pretender disimular con una mueca lo que mi corazón me grita con angustia como un acto de rebeldía es una argucia.
Un día el amor me arropa, me abraza, luego me doy cuenta, pero ya muy tarde, que todo fue una simple historia, un funesto cuento inventado.
El llanto como el aullido de un lobo levantando la mirada hacia la luna solo es un símbolo de sufrimiento.
El error fue darme por completo; no me di cuenta que me utilizaba como consuelo para sanar viejas heridas, \"cómo una curita\".