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Cuando te marchaste
se me hundió la mirada,
la voz, el gesto…
aun así te llevo muy adentro
y ahora tu presencia me acompaña
hasta un cielo tan azul que me subyuga…
ahora sé que debo perdonarme
y olvidar está condenada historia
o arrancarme con las uñas tu memoria…
después, me miraré en un espejo
mil veces, si es preciso
-o tantas como necesite-…
me miraré y me reconoceré
pero sobre todo me querré
me miraré hasta que el cristal se empañe…
y gritaré a los cuatro vientos
y a ese cielo azul que me perturba
esta mentira que me brota
y que me asusta…
¡ya no te quiero!
Del poemario: Balas al corazón
Esta obra está registrada y publicada. Tiene derechos de autor.
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