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Bru permanece sentada en una roca, mientras el agua del mar se arremolina a su alrededor y las gaviotas danzan. El horizonte del atardecer abre la puerta a la oscuridad; las nubes interrumpen el dialogo de la luz del día y el repaso de su vida.
Ahora todo le parece lejano. Los pequeños placeres mundanos de una rutina diaria no lograron llenar el vacío que percibe. Le queda la sensación de una nostalgia que duele.
Hace tiempo había abandonado las vivencias simples como caminar por la plaza, escuchar entre los arbustos el murmullo de pájaros, y las flores amontonadas que sin un orden le fascinaban. Ahora nada le tocaba como si un telón invisible le separara de la belleza más simple de donde encontraba mensajes de vida.
La sensibilidad,
interrumpida por el bullicio,
roba los momentos más hondos
hasta un encuentro consigo mismo
semejas una mariposa sin alas.
Luciérnagas silvestres
vuelan en su pequeña galaxia
¿Te atreves a mirar la belleza más simple?
La vida diaria se ha convertido
en una hilera de momentos fugaces,
los sueños como las mariposas,
pierden sus alas antes de volar.
¿Cuál es el caos que origina
en el alma una mariposa sin alas?