Y regresas a mi tal como un gato a por su sustento.
Como si fuera un bol conteniendo tu ración.
Un ser inerte, que ni ve, ni olle, ni habla, ni siente.
Y regresas para posarte sobre mi hombro.
Sin la más mínima preocupación de que no pueda sostenerte,
y solo el suelo interrumpa mi caida.
Y regresas a mi cuándo la hiel empapa tus labios.
Cuándo la luna es tu mera compañía.
Cuándo no hay más flores a las que hurtar su frondosidad.
Y regresas a mi.
Ya que las rosas de plástico nunca marchitan...
O eso hacen creer.