FLOR PRISIONERA
(200920136)
Hay un vacío inmenso en tu mirar
pareciera un manantial en sequía
que solo estanca rastros de tu pesar.
Tienes los labios secos, carentes de ambrosía;
parece un panal asaltado en primavera.
Hay marcas que parecen vedar tu agonía.
Hermosa tú, siendo una flor prisionera,
y nadie lo sabe, más aquel que te mira,
el maltrato que sostiene tu cadera.
No calles, mujer, y cuéntame tu ira.
Sé que sostienes al fondo de tu pena
que, por más que sonrías, es mentira.
Dime quién tu voluntad te encadena;
¡por Dios! Dime quién es tu raptor,
dime quién, para darle su condena.
Si es que acaso es un mal podador
o un inexperto que carece de ternura,
que más parece un vil aniquilador…
Cuando callas, palideces tu hermosura;
no estoy ciego, no, sé que algo sostienes
que, por más que calles, es una locura.
Percibo un violento silencio que retienes;
pareciera el ancho viento estancado,
olas de angustia sin rumor ni vaivenes.
Tienes un silencio envejecido, vendado;
prisionera eres, flor de mil misterios vestida.
¡Porque no echas tu cruel pena encarnada!
Ay, como quisiera yo curarte esa mordida,
que tu dolor el corazón me perfora;
ay, como quisiera ser parte de tu vida.
Flor prisionera, en sombras anclada,
deja que mi amor te devuelva la luz;
y así, de esta prisión serás liberada.
Corazón Bardo ©