“Yo quisiera ser poeta
para ensalzar la belleza,
pero cuanto me rodea
acaba anulando el sentido.
Y lo más que he conseguido
es ser falso anacoreta
que presume su torpeza
al borde del precipicio”.
NATURALEZA MUERTA
Esclerótica ciudad,
veo cómo fluye el ruido
por tus venas de alquitrán.
Prisa eléctrica enfermiza
marca el pulso a tus latidos.
Tu aberrante mezquindad
se propaga en los tendidos
que alimentan tu ansiedad.
Fumo el aire que respiro,
me asfixia tu vanidad.
Tu opulencia contamina
desde el centro al arrabal.
Bajo el suelo endurecido
que acomoda mis pisadas
el imperio de las ratas
se extiende hasta el más allá.
Miro al cielo y no veo nada;
se me niega el universo
pues las estrellas no están;
no hay espacio al infinito,
sólo se muestra el final.
Huyendo de tanto artificio
busco refugio en un parque,
-trampantojo natural-
Como lago hay un estanque;
los patos, no saben volar;
cambiaron su libertad
por unas cuantas migajas
de certidumbre voraz.
Los árboles están presos,
las flores, no huelen ya.
Molestan los excrementos
de la paloma de la paz
Cambiaron hierba por césped
que no se puede pisar.
Y si me acerco hasta el río
no puedo más que apreciar
que el agua que nutre la vida
desciende inerte hasta el mar.
Entre tanto desatino,
abandono la ciudad.
Busco encontrar mis principios,
busco la autenticidad.
Voy buscando el aire puro.
La pureza es mi destino.
Quiero vivir los colores,
tanto gris me mortifica.
Necesito oler las flores.
Necesito respirar.
Necesito otros sonidos, necesito:
la excitante melodía de la brisa
suspirando entre los árboles altivos;
el concierto regalado que nos brinda
la bandada de los pájaros cantores.
Busco el campo, busco el bosque,
busco algo de soledad.
Dejo atrás el desenfreno.
El murmullo del agobio
se diluye en la distancia.
A medida que me alejo
voy encontrando la calma…
Pero…
¡Cuál será mi desespero!
Pronto empiezo a darme cuenta
de que en nada se asemeja
al ansiado paraíso
lo que ante mí se presenta.
Presiento estar condenado
a un frío infierno apagado.
El aire puro se mezcla
con el olor a quemado.
Ni soñar con los colores,
el negro lo invade todo,
y mucho menos con trinos,
los pájaros están desahuciados.
Y el silencio que se queda
tampoco muestra belleza.
Más que paz lo que produce
es un gran desasosiego.
Quise huir de la ciudad
buscando la protección
de Mamá Naturaleza…
…y me la he encontrado muerta.
Yo buscaba soledad
y sólo hallé desolación.
LUJITAR (25-2-24)