Chloe, está es una carta vestida de poema, mis latidos pierden vigor al pasar mis días sin ti, el día de hoy tiene el peso de los días anteriores, el maquillaje de las flores va perdiendo lustre, pero tú eres la pronunciación de la primavera.
Mi suspiro son las palabras que el corazón no te alcanza a decir, el infinito y la eternidad quieren imitar el sonido de tu voz, este poema su diseño lo eres tú, tus grandes ojos hacen del Universo una cosa orgánica, porque en ese Universo vivo yo, haces del silencio un sonido, rasgas el tejido del tiempo, los perfumes huelen a tu nombre.
Te me volaste como paloma migrante y no pude seguir tu rastro, Jesucristo que cargo con todos los pecados del mundo no soportaría cargar el peso de tu ausencia como yo lo hago, en la noche eres la primera estrella aparecida.
La palabra “amor” no tiene la dimensión de la amplitud de mi sentimiento por ti, tu diminuta figura que me hace grande mi corazón, Dios al crear el Universo tuvo la misma postura que yo cuando te cargué de bebe por primera vez.
En las mañanas tu recuerdo cuando lo toco es aterciopelado, pero en las noches se convierte en muerte de la psicología porque mi dolor que es abstracto se vuelve material, tu almita mantiene en emoción a Dios, este poema no tiene vida, si mi vida lo eres tú, dolor en la escritura, el dolor de este poema es perdurable en la eternidad, ¡los otros 20 poemas están heridos, pero este agoniza en todas las eras! ¡Mis otros 20 poemas no sabrían soportar el dolor de este poema! ¡No lo soporta ni siquiera el Universo o Dios hecho poema!
Chloe, a veces intento buscar el tacto de abrazarte en el escenario de la irrealidad de mi vivo recuerdo, mis lágrimas nacen de tu sonrisa, y mi dolor moriría con tan solo repasar el ansiado abrazo que aún espero.
La técnica de escritura de ningún poeta nunca describiría a exactitud los pesares de tu ausencia, no existe palabra definitoria ni existirá, ni melodía que adelgace mi agonía, el cielo sobrio pierde su equilibrio, así como nosotros cuando nos tambaleamos en las veredas rotas de los parques.
Tan solo soy un padre ¡Ay, Dios si la vez ¡ayúdame! Es una niña que tiene los ojos color vida, hasta más bellos que los míos, pues, sus ojitos eran la visión y guía de la anciana alma mía, sus ojitos buscaban contentos los míos, su risa es la respuesta de todas mis oraciones y mi regalo es morirme primero y al mismo tiempo decirle te amo.
La alta lirica y lo incalculable tienen su grave limitación, esa eres tú, la misma que lo hace contable y haces buscar al idioma nuevas palabras que el humano sienta real las significancias inmensas, como yo las siento por ti, simplemente fue oro el tiempo y las personas que se cruzaron, los encuentros de nuestros antepasados para tu creación, ese orden premeditado por Dios ciclo de vida perfecto, porque dieron al mundo su bella niña, que eres tú, el idioma español recupera su ternura fonética gracias a tu voz conducida del cielo a la tierra convertida en esencia adiamantada, pues el mejor poema de la historia solo puede nacer de tu voz.
Chloe, mi vida, no importa si no vez o vez tarde este poema, hoy te amo, te ame cuando ni la nada ni Dios existían, y te amaré sin distinción a los milenios infinitos que el tiempo absorba o si la humanidad por alguna extraña razón dejemos de existir en este planeta, mi alma detrás de la tuya se encontrará, en la tranquilidad inextinguible de otro planeta dónde nos volveremos a plantar, Chloe; mi amor por ti es como un Dios, estuvo, está y estará, y va tomado de la mano de lo eterno e infinito.