Mece el viento los trigales,
los acaricia, los mima,
al cobijo de una rama
dos tortolillas anidan,
refleja el sol la laguna...
Y, ¡me apasiona la vida!
Canta el agua del arroyo,
se aleja de la colina,
al unirse con el río
la pena en ella se pinta,
sabe que no volverá.
Y, ¡me apasiona la vida!
Con los ojos del amor,
la madre a su hijo mira
y fundido en su mirada,
el niño se regocija.
No hay felicidad más grande.
Y, ¡ me apasiona la vida!
Del amor, su desengaño,
unos ojitos se guiñan.
Tras la cortina de lluvia
apagados ya no brillan.
Al mirarlos me conmuevo.
Y, ¡me apasiona la vida!
Vibra el alma del poeta
ante la blanca cuartilla,
su musa revolotea;
al papel quiere dar vida.
Una lágrima se escapa.
Y, ¡ me apasiona la vida!
¡Me apasionan los colores,
de sus llantos, de sus risas.
En su sinfín de matices
es un crisol de poesía!
Miro tus ojitos negros...
Y, ¡me apasiona la vida!