Autor Desconocido

Disimulo

A veces el silencio es la mejor opción que tengo para expresar mi agotamiento, mi descontento.

A veces ya no quiero continuar.

A veces simplemente quiero renunciar, colgar mis guantes e irme a casa.

Pero como no conozco la tranquilidad y serenidad de un hogar, no sé cómo volver a un sitio que jamás visité.

Hay días en los que aguanto tanto.

Días en los que me tratan como la basura misma.

Días en los que los problemas se me acumulan, me asfixian y siento que por poco acaban con mi vida.

A veces tengo momentos de silencios, en los que reflexiono, lloro y grito por dentro.

A veces nadie comprende el agotamiento mental que me estoy manejando últimamente.

Simplemente se limitan a seguirme tratando como un ser insensible y poco tolerable.

Hay momentos en los que lloro en el baño, mientras me ducho.

Me abrazo y trato de calmarme a mí misma.

Hay días en los que yo misma entro a las llamas y me salvo de morir quemada.

Y otros en los que simplemente dejo que cada quien haga lo suyo, piensen lo que quieran y actúen como quieran. Aún si eso me lastima, ya prefiero no hacer nada.

Prefiero quedarme quieta y morir en paz ahogada

Morir ahogada, pero tranquila. Antes que seguir luchando a contra corriente, a contra actitudes ajenas viendo que realmente por más que me esfuerce la corriente más me lleva.

Hoy es de esos días en los que nada sale bien y aun así trato de sonreírle a la vida.

Pero como que la estupidez humana se junta en mi vida, para que cada persona cercana que conozco haga algo estúpido e hiriente. Lo suficiente como para sumergirme en el silencio, en la reflexión de si a la muerte contra corriente y no a la lucha por una salvación.

Una lucha mental que se me ha vuelto una guerra campal.

Una guerra que no está, no se manifiesta.

Solamente está en mi cabeza.

Y eso lo hace peor, porque todos creen que es ficticio, que soy yo que exagero, pero no, soy yo misma tratando de sobrevivir a mis propios pensamientos.