Se despiertan los cielos
y amanecen los días,
unas nubes saludan
y nos dejan sonrisas.
Hay pereza en los campos
y rocío que brilla,
con blancura de nieve
y pureza infinita.
Unos pájaros cantan
ofreciendo sus rimas
a través de los trinos
y esa charla continua.
Ya los hombres asoman
por la larga avenida,
con sus hombros cargados
y buscando la vida.
Yo te plasmo en mis versos,
mariposa querida,
mientras cierro los ojos
y persigo una ardilla.
Un borrón taciturno
rompe el verso y la rima,
y alborota sin miedo
la inocente pupila.
Amanece este jueves
y suspira la lira,
del poeta que sueña
con la rosa querida.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/10/24