¿Por qué me niegas tu huella?
Y me desafías a seguir buscando
mientras la vida me va negando...
A lo que mi expectativa me dispone.
Por ello me domina el vacío que asfixia
que priva fuerzas al despertar de mis deseos
que roba piernas al andariego
y la quietud en la danza del pleno vuelo.
Tú, destino, ¿por qué pavoneas un aura azul índigo?
Y también excesos de un corsario en su mástil
cuando zozobra su destino y su puerto
y su proa no tiene norte
y su brújula, un ardid de mago palaciego.
Mucho tiempo queriendo y no lo logro ni he podido
mientras se inflama tu fatua fama imaginaria
con ello, todo el coro de los extravíos te reclama
y en ese mismo eco me he desvanecido
quedándome a veces solo, desnudo y herido
atado al instante de cada mañana
donde despiertan la imaginación y sus sentidos.
Luego regresan mis venas del drenaje
sobre la suela de mis zapatos perdidos
sopor del desconcierto con el alma llena.
Me resucita encontrar mis sentimientos
con el que vuelvo a creer aquí y ahora
en que toda noche tiene un amanecer
por más ansiosa, impacte la sobrevivencia
y por más roja sea la sangre del tormento.
Todas mis dudas tienen la magia de las vertientes
que me templa el alma y la aceptación de la gente
inundando de armonía el maridaje del arte y la sapiencia
con la que espera su turno, la sorpresa de lo que está por venir
para volver al ruedo del quererme.