Era muy bella esta moza y de ojos esmeralda.
La bella joven estaba siempre muy acicalada.
Parecía una ninfa con su trenza a la espalda.
A la caminata en la plaza, es muy aficionada.
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De cierto, la chica es un portento de bondad.
Linda era esa niña perdida que, pedía abrigo.
Hoy la madre en un ruego decía: Todos orad.
Tengo miedo de perderla, y oro y la bendigo.
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Dios la envió, ya que yo, no podía ser madre.
Sólo Él conoce mis angustias y mis empeños.
Era la niña perdida y me la trajo mi comadre.
Acá no habrá líos, es mejor si son pequeños.
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Comadre Ud. quieta ya hablé con el jefe civil.
Hoy, se orará el Ave María, decía a su madre.
¡Dios, dejar a la niña sola, es un acto muy vil!
Vamos a la Iglesia a consultarle esto al padre.
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Óigame Ud., esa niña dice llamarse Milagros.
Como Ud., “Ella será el milagro de Milagros”.