Hubo un ilustre carbonero alpino
que quiso dejar sus mágicas notas
—gorjeo de plumífero que flotas
de rama en rama—. Con un matutino
despertarnos de piel con piel. Inclino
mis labios sobre tus senos y explotas
de júbilo contenido. Bellotas
negras se enredan en tu pelo. Vino
dulce que embriaga tu febril sonrisa
que anuncia el día. Voy contemplando
tu leve despertar. Sin darse prisa
una horda de nubes va navegando
sobre fondo gris celeste. Divisa
el ave tus ojos. Sigue cantando