Willie Moreno

Un día de lluvia cualquiera

 

No amaina la lluvia
ni cesan los ruegos
a santos de yeso
que el pobre consulta.

 

En parques y aceras
los charcos parecen
hundir a la gente
en mares de quejas.

 

Sale el sol opaco
y el niño sonríe
haciendo que olvide
sus rotos zapatos.

 

El kiosko y los diarios
el café y las flores
y el sol que se pone
sobre el vecindario.
 

Persianas abajo
y muere el trajín
vestido de gris
con manchas de barro.

 

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