Al mirar tu sonrisa cautivadora,
y tus ojos tan brillantes;
hacen por ti mi amor constante,
y de mis penas consoladora.
Nunca me había ilusionado,
como lo estoy ahora,
alegría de mi aurora;
por tus labios refinados.
Aunque Reina eres,
no te ofrezco un palacio;
tan solo en mi alma un espacio,
porque mi corazón te prefiere.