Anonimata

El beso del adiós

 

 

El beso del adiós

 

Te di todo, mi tiempo, mi alma, mi corazón desnudo ante tu indiferencia.  

Y ahora me dices que no me lo pediste, como si mi amor fuera un error que cometí sola, como si todo esto fuera culpa mía  por haberte amado tan de verdad.

¿Qué hice mal?  

¿En qué momento se volvió mi cariño  

un peso tan difícil de cargar para ti?  

Jugaste con mis sentimientos, lo permitiste, me dejaste amar lo que ya sabías que destruirías.

El silencio, tu escudo, tu espada,se clavó en mi pecho una y otra vez, y cuando me pediste que me tranquilizara, ya era tarde, el daño ya estaba hecho.

No soy reemplazable, no para ti, aunque me digas que lo somos todos. Porque yo te amé, te amé con la fuerza de quien no teme perder, pero al final, fui yo quien cayó más fuerte.

 

Y después de todo, me das un beso, un beso que sabe a despedida, y susurras que esperas que te perdone.  

Pero, ¿cómo se perdona cuando lo que se rompió no puede repararse?  

¿Cómo se olvida cuando el dolor está tan vivo como el día que dijiste adiós?

Te fuiste, y en mi llanto encontré la verdad más cruda:  

No fuiste tú quien me destrozó, fui yo, al amarte más de lo que jamás debí.