¿Qué tienen tus piernas tan bellas?
Que pierdo las agallas
De no desearlas, y desearlas intensamente,
¡Cuando su andar me resulta
Alucinante!
¿Qué tienen tus ojos, carbón de mis noches?
Que me pierdo y me hallo,
Pues eres la mirada que me confiere el atino;
Como si, al no quererla ciegamente, perdiera el destino.
¿Qué tienen tus labios, colmenas de mis besos?
Que embelesados en sus contornos revolotean mis labios alocados
buscando el néctar que
desatan los sueños sagrados.
¿Qué tiene tu cara magistral?
Que de pactos se confiere su dote espectral,
Que las mismísimas musas te envidiarían
Y ¡el cielo y las estrellas tu hermosura alabarían!
¿Qué tiene tu divina hermosura?
¿Quién prudente me asegura
que Dios no acate su error,
volviéndolo en razón?
¡Al cielo regrese tu aura angelical,
y me quede solo,
perdido, sin tu fatal esplendor!
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Señora Mía ( Wcelogan)
Es tan simple cuando te miro,
y en ese instante, al fin suspiro,
deseando, ansioso, sorprenderte
en la estancia donde arden
tus furias que el silencio advierte.
Dibujar con mis manos tus colinas
y zozobrar en tus mares,
gimiendo tu nombre en desvelos,
entre sollozos y delirios,
siendo el amante perfecto
que sacia tus deseos
y ahonda en tus soledades, señora mía.