Li camina hacia la ventana de su dormitorio, buscando la profundidad del amanecer. Afuera, el despertar revuelto de la ciudad toma un ritmo instintivo. Distinto a sus pensamientos que regresan distraídos.
Observa a una pareja joven jugando con momentos espontáneos de amor. Sus manos no se sueltan mientras se apresuran para alcanzar el bus de la mañana. Piensa en Clau, que regresa de manera bestial para quebrar su tranquilidad con las nubes descoloridas de un amor interrumpido por el bullicio del entorno y no buscar un espacio de silencio para escucharse. ¡Cuanto hiere el pasado cuando se eleva del olvido!
Li se pregunta si los instantes perdidos continuaran llegando con el otoño y fantasmas de sus hojas amarillas que la brisa le arrebata de su olvido, pero que aún caen en su corazón.
Afuera
como hojas débiles desprendidas
los recuerdos del pasado
se amontonan
otras siguen un camino perdido.
Una llama
se enciende por una sombra
o una silueta fantasmal
quema como alfileres
solo se apaga sin tiempo.
Su amor fue un encadenamiento
de fragmentos
sin eslabones que le coloca alas
ahora le quedan imágenes pasajeras
y el eco de las palabras.
En cada esquina de tu memoria
encuentras células dispersas
de un amor que nunca brotó
ahora
la memoria te lleva
a las huellas de un amor
perdido.
¿Existe un eslabón que te une?