Ha germinado la semilla de inmundicia,
de los portales sale el aliento del odio,
en las pegajosas barras de cafetería,
se escucha una desesperanza tan podrida.
El faro del pandemonio,
se alza en el reino de la duda,
la bruma llora jirones,
derrama susurros a atormentados corazones.
En los yermos jardines,
hay golondrinas que anidan en la melancolía,
Las estatuas de ignotos ignorantes,
se alzan con férreo talante.
paseando por los infiernos,
perdido en los ajedrezados cuadernos,
llorando en cavernas donde descansa el invierno,
me hallo abatido,
ahíto de ponzoña.
La amargura y la soledad,
enlutan mis pensamientos,
me sumergen en baños de tormentos,
me untan de ansiedad.
El tiempo me mastica,
de me devora,
en su celda a la espera de la incertidumbre,
y me eleva a la más alta cumbre.
En ella oteo las desvencijadas callejas,
donde dormía, donde soñaba sobre un lecho cosido con fragmentos de pesadillas.