Primero.
Inaugurar la nada a primera hora,
como quien abre los ojos,
como quien abre la boca,
como quien se abre el pecho
por primera vez,
y destilarle toda la oscuridad,
escurrirle el espectro lumínico,
podarle los brotes de cualquier cosa.
Después.
Clausurar la nada a última hora,
como quien cierra los ojos,
como quien cierra la boca
como quien desangra su pecho
por última vez,
y oscurecer aun más toda la oscuridad,
a propósito de la presencia de la nada,
hacer todo de la nada,
y evitar que los demás se enteren.
Alexander Elías2024
#SerEscritura