Traspasaba ella, la otoñal belleza
En sus ondulados y rojizos cabellos,
En sus cobrizos perfilados labios,
Fulgor cerúleo, la mirada de sus ojos
Seducíame su caminar hacia
El horizonte de sus pensamientos,
Que confluían en mi talante.
Transitaba, y resuelta me sonreía
Me inquietaba su hechicera dinámica
Cercanía que provocaba turbación
Entre mis corpóreas nervosidades,
Reblandecía mi atrevida sustancia
Su halo penetraba en mis sentidos,
Sentía bloquear mis reflejos.
Me abrazaba a la vez mordiendo
Mis trémulos labios
Y nos comprimimos, y cedieron
Nuestros cuerpos entre la
Hojarasca rojiza del Arce del amor,
En aquel edén ocre, verde
Rebelde el inesperado remolino, enarboló
Un intrépido y osado deseo, cautivo.
Los cuerpos de otoñiza borusca cubiertos,
Recitaron ardientes, una poética cópula
¡La rojiza efigie de sus cabellos, metamorfoseaba nuestras palabras!