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Llegó de otro país
-dijeron que de Italia-
y supe que la amaba
con solo contemplarla.
Vestía extraña ropa
de moda ya pasada,
quizá fuera una túnica
de la época romana.
Me la quedé mirando
de forma descarada,
lucía su figura
con pose preparada.
Y allí rocé su cara
brillante y delicada,
luego tomé su mano
y no me dijo nada.
Y susurré en su oído,
obtuve su callada,
olí su hermoso pelo
de trenza ensortijada.
Miré sus ojos yermos
y no vi su mirada,
besé sus finos labios
y no me supo a nada.
Su rictus era triste
la frente levantada.
Pensé que me quería,
que estaba enamorada.
Le dije que me iría
cuando llegara el alba
y no movió ni un dedo,
no pareció afectada.
Me levanté enojado,
de forma apresurada,
seguía sin mirarme
y sin decir palabra.
Y entonces me alejé
dejando allí a mi amada,
su piel era de \"piedra\"
de mármol de Carrara.
Del poemario: De mi puño y letra
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