Ivette Urroz

El Legado del Faisán

En breves minutos, el faisán truncaba siglos,

seccionando la savia y la raíz del caos versado.

Desconocía la desolación del ave desahuciada,

indiferente al impacto de sus acciones sobre la tierra.

Su reino estaba herido; sus alas, un escenario de pretensiones.

Entrelazaba destinos al desplomarse,

sobrecargado por fantasías y llantos de otras eras.

Extraño su aterrizaje, que empezaba frío,

pero se liberó de su peso, de sus plumas y de su vanidad,

el día que lo sepultaron,

anémico y comedido en su ataúd de pino,

bajo el suelo fértil donde la bonanza florecía.