MIGUEL CARLOS VILLAR

NADA

NADA

Destellos de soledades 
fulminan los espejos 
de mis pensamientos. 
Cada reflejo: un abismo 
en la penumbra. 

Frágiles, 
efímeras luces
enturbian la quietud 
de mi mente, 
evocando la vastedad 
del opaco espacio 
que 
anida en cada rincón. 

Imperceptibles murmullos 
resuenan como ecos contra las paredes 
de un desierto sin rostro.
Los espacios se reducen 
oprimiendo la esencia 
de mis reflexiones,
avivando un naciente juicio, 
que 
desemboca en Nietzscheana NADA:
estoica inexistencia 
que 
vigila el teatro de la conciencia. 

Imposible alentar la imaginación, 
me rindo a cavilaciones cartesianas 
en espera encontrar un asidero 
que 
me libre de la inminente caída 
a ese abismo en penumbra.