Inexplicable es tu abandono
que parece incierto, inadmisiblemente
arremete contra mí carcomiéndome la demencia,
excitación por la falta de control para la inquina,
y yo me digo: «esto no es posible»;
se vierten panoramas en una embocadura,
la sangre refluge mientras la increpa otra voz,
¡ay! tu deserción minimalistamente resalta
y se llena de geometrías en abstracción,
al punto que no puede arrogarla mi mente en su turbación,
en solitariedad quedo y temo que no resista
mi alma que así recibe tus flechas,
sin la mínima conmiseración,
dejándome sumido en la cerrazón.