Zoraida Rosado

En el espejo

En el espejo veo reflejado mi ser,
 cansado y abrumado por la vida,
 las arrugas del tiempo marcadas en mi piel,
 testigos mudos de mis alegrías y heridas.


 
 En el espejo veo mis ojos cansados,
 que alguna vez brillaron con ilusión,
 ahora reflejan la tristeza y el desengaño,
 de un camino lleno de desilusión.


 
 En el espejo veo mi cabello plateado,
 como las huellas del paso de los años,
 cada cana es un recuerdo marchito,
 de amores perdidos y sueños rotos.


 
 En el espejo veo mis manos temblorosas,
 que alguna vez fueron fuertes y seguras,
 ahora apenas pueden sostener el peso,
 de una vida llena de amarguras.


 
 Pero también en el espejo veo la luz,
 que aún brilla en lo más profundo de mi ser,
 la fuerza para seguir adelante,
 y la esperanza de volver a renacer.


 
 En el espejo veo la verdad desnuda,
 de quien soy realmente en este instante,
 un alma en busca de redención,
 un corazón lleno de amor y anhelante.


 
 Así que en el espejo me enfrento a mi mismo,
 con todos mis defectos y virtudes,
 porque en su reflejo encuentro la respuesta,
 a todas mis preguntas y inquietudes.


 
 En el espejo encuentro la paz,
 de aceptar quien soy y lo que fui,
 y en su silencio encuentro la fuerza,
 para seguir adelante, sin desistir.


 
 Porque en el espejo no solo veo mi imagen,
 sino el reflejo de mi alma y mi esencia,
 un recordatorio de que cada día es un regalo,
 y que la vida es una eterna presencia.


 
 En el espejo encuentro mi verdadero yo,
 desnudo y vulnerable, pero también fuerte,
 porque en su reflejo se encuentra la clave,
 para seguir adelante, y nunca rendirme en la suerte.