Raiza N. Jiménez E.

Llueve en mi Alma.-

Precedida de ruidosos truenos llegó la lluvia.

¡Oh! mi Dios, la niñería armó gran algarabía.

No digas nada, dijo mi madre, que ya diluvia.

Como una hada envuelta en el chal, se movía

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Nunca vi a mamá, tan alegre y consentidora.

De acá, me fui a la niñez y rumié su control.

Mi madre era una Eva sabia e investigadora.

Yo hoy sé, qué la Eva de ayer, ejercía su rol.

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Cuando niños, todo lo vemos, como un regaño.

Era que los padres, nos asistían demasiado.

En verdad, nos juntaban, como a un rebaño.

Y no salíamos hasta que, hubiese aclarado

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¡Hoy ni siquiera saben dónde, van sus hijos.

Mucho menos que, precisan parental cobijo!