Antonioillan

Deseo inútil: no volverá lo que fue. (El gallo rojo de Chagall).

El agua de la imaginación canta en el cielo,

mientras duermen en mis manos, como en una cuna,

hojas que el otoño va olvidando.

No quiero volar en vano entre el discreto río de las estrellas

ni cerrar los ojos al delirio que clama en la médula de las ciudades inertes.

Canta el gallo rojo de Chagall en el desconcierto

de la noche que trae la leve ausencia.

La fuentecilla, agitada con la espuela del viento,

me recuerda el vuelo misterioso y fugitivo de la lluvia

emborrachando tu piel de colores y formas,
que convergen en esa gran región donde el amor

esconde su fundido acero.

No me ciega el deseo de los poderosos días

en los que no existía la incertidumbre.

Alzo los dedos y desclavo años

de la colección de sombras níveas

que habitan tras los cristales,

donde mueren de pie y sin tristeza.

Miro con ojos extraños el pasado.

Me siento en el borde del ayer.

Invento alas y huyo como un pájaro inútil

que se sorprende y maravilla

de la calma de sus plumas rojas...
¡Venecia!... con el gallo

rojo de Chagall

al fondo.