Elias Castellano Blanco

EN MI CATEDRAL

 

A la entrada de mi mente,

sobre las gradas del atrio,

hay angelitos de piedra

sentados. ¡Y están jugando!

 

Uno baraja los naipes.

Otro reparte los dados.

Y una muchacha de nácar

con los cabellos dorados

y los ojos sin pupilas,

mira horizontes opacos.

 

¡Tiende esa sábana blanca

que llevas entre las manos!

Sacúdela por el aire

y tiéndela por el prado

que cubra las esperanzas

que un día dejé soñando

y que no quiero que acaben,

pasto de un cuco taimado.