TIEMPO
Voy recorriendo sin miedo
las estancias que conforman
esta mi casa del tiempo.
¡Que sea lo que ha de ser!
Entre luces y penumbras
voy abriendo habitaciones,
me dirijo sin remedio,
sin siquiera darme cuenta,
a la más iluminada;
allí donde alumbra el hogar
que acoge a las circunstancias.
-La sala de Estar-
Descubro la puerta abierta
y con cierta timidez
entro apenas sin llamar;
lo primero que me encuentro
es tirado en el sofá, repantingado,
al espectro del pasado, descansando.
-Descanse en paz-
Me presento, ¡Cómo no!
¡Ante todo, educación!
y con su mirada cansada
mezcla de nostalgia y resignación,
me hace ver sin decir nada,
que me conoce de antes
que sabe de mí mismo, más que yo,
que aunque habite en el olvido
su esencia son los recuerdos.
Le pregunto por respeto:
-quizás por respeto a la edad-
¿Qué tal estás?
Y con su voz apagada
me responde como puede:
No estoy, yo soy,
yo ya no puedo estar,
yo ya estuve en otro estado
pero soy y seré siempre
el pasado que ha pasado
y no ha de volver a pasar.
Tenlo siempre muy presente.
De pronto llaman al timbre
y presiento sin dudarlo
que es el futuro impaciente
quien quiere entrar en la casa.
Me apresuro hasta la entrada
y al abrir no veo a nadie
pero en mi extraña experiencia
me quedo pensando…
¿Acaso sirve de algo
abrirle la puerta al futuro,
si cuando te quieres dar cuenta
ya ha pasado?
El futuro es al tiempo
como el horizonte al espacio
cuando logras alcanzarlo
ya no está, ya se ha ido.
Y ya puestos a pensar
percibo este instante fugaz
como un espacio de tiempo
que limita mi existencia.
Solamente puedo ser, ahora.
Si soy antes o después,
cambia el verbo, cambia el ser:
Soy, es hoy;
aún no existo en el mañana
ni sirve lo que fui ayer.
Si consideras la vida
como un reto a superar
en el que acabas perdiendo,
¡Aprovecha bien el tiempo!
En él está la medida,
la auténtica dimensión
de tu efímera eternidad.
Y si es todo una locura,
como bien dice el refrán,
el tiempo lo cura todo…
Tiempo al tiempo y lo verás.
LUJITAR (4-9-23)