OscarCampos

Reflejos

Lu se preguntaba: ¿Qué significaba la intimidad de uno mismo cuando todos querían ser visibles? ¿Es que el habitante tiene tanto dolor por el sistema social que le aplasta y quiere mostrar su presencia?

Se sentía extraño en esta ciudad de edificios de vidrios, mensajes de consumo, transito brutal, pero todos ensimismados en cualquier reflejo. A veces felices de identificarse con algún mensaje luminoso. Esta aparente transparencia de exponerse, de conectarse con los demás, al final del día se convertía en una intimidad cansada y solitaria.

Lu se sentía un extraño en una ciudad donde el poder de sí mismo estaba siendo devorado por el extraño estilo de vida, expuesto al cansancio y el olvido.

La reflexión y el sentido simple de la belleza de estar con uno mismo no eran más que palabras enlazadas al azar.

 

Ciudad

sus habitantes buscan las vitrinas

cada rostro es una fachada

 un reflejo de luz

 que atrae su mente desprovista.

 

Una maniquí desnuda

en el escaparate

es el silencio brutal

y su cuerpo la expresión

de un caos implacable

de la impavidez de los transeúntes.

 

La ciudad no escucha

cada sombra es prestada

la propia historia se ve en otros

pero es la mentira fantasmal

de un montículo de habitantes

sus migas

parecida a la esclavitud

atrae los pájaros de unos arboles

invitados a una cena solitaria.

 

El silencio

es el pecado mortal

de una sociedad hastiada

la existencia vacía

una copa de cristal

como un escaparate 

en una orgia de la transparencia

cada uno

desnudo de si mismo

escondido del amor

 un extraño del silencio.