La remembranza nos sirve para ir hacia atrás. Es una palabra mágica que nos otorga el lenguaje como benevolencia a nuestra existencia, para mantener nuestro vínculo con el pasado, para tener viva nuestra historia.Con la remembranza podemos hacer un time-lapse. Solo basta invocar a la palabra, sostenerla, reclamar el derecho, quizá divino, al baúl del pasado.La remembranza es universal, esa palabra aterciopelada y madura, esa llave que nos permite la interacción con nuestra estela que dejamos sobre el tiempo.Aquí estoy, buscando a mis muertos, a mis casas, los caminos, las calles, los cielos del 2006, a mi madre pronunciando mi nombre, los gritos en esa cancha de fútbol, al niño que pensaba que la luna lo seguía, al crío del cometa, al adolescente que soñaba con ser grande.Y entonces la remembranza aparece, me demuestra que estoy construido de historias, me sostiene ante la vida misma, me recuerda que soy un ser narrativo.