Se acerca cada mañana como yo; a tomar el sol
le veo desde mi ventana, al pequeño caracol,
poco a poco muy despacio recorre el largo camino
que le trae desde el naranjo hasta el jazmín florecido.
Caracol, caracolillo bañado por el rocío, te acicalas con esmero
mientras conversas conmigo, aquí estoy siempre te observo
por detrás del frío cristal y ya se me hace costumbre
por tu llegada esperar.
Yo te cuento de la noche, del brillo de las estrellas,
de las horas que se alargan siempre girando en la esfera,
tú, tú me dices de las rosas, y de la blanca azucena,
de la emoción que te embarga al llegar la primavera.
Caracol, caracolillo, cuanta envidia; quién pudiera
escapar por la ventana y volverse tan pequeña
andar y andar los caminos entre el olivo y la higuera
y recibir esa gracia de lluvia sobre la tierra.
Caracol que me enseñaste de constancia, de paciencia,
que no hay que llegar primero, solo llegar a la meta
no dejes de regresar cada mañana a mi espera
para hablarte de mis sueños, mis alegrías y tristezas.
Pequeñito caracol que mis mañanas alegras
quisiera ser como tú que persiste, así llegas
delicado colorido, siempre con su casa a cuestas
mas mi carga es muy distinta amigo, mi carga es de puras penas.