Se le pidió opinar de la ceguera
y se fue por las ramas como un mono
hablando de la tierra y de su ozono
esperando del olmo alguna pera.
El público atontado en la manera
de cómo se expresaba con su tono
estalló en paroxismo y le dio un trono
por esa perorata lisonjera.
Es destacable el uso del lenguaje
que puede acariciar o hacer de fusta
y es letal cuando viene con el traje
que a oídos de los necios siempre gusta.
W.M©