Carlos Eduardo

A L C Á Z A R

Ahora acabo de creer, Sancho bueno, que aquel castillo o venta es encantado, sin duda; porque aquellos que tan atrozmente tomaron pasatiempo contigo, ¿qué podían ser sino fantasmas y gente del otro mundo? 

E L   Q U I J O T E

 

Me he refugiado en un castillo,

los espejos en la torre del poniente

reflejan la luz del sol;

 

iluminada de noche,

al alba la dejo salir;

 

visito las mazmorras,

escucho angustiados gritos,

las cadenas sisean,

las lámparas se retuercen,

sus lágrimas son una lanza roja;

 

me detengo en cualquier lugar,

las paredes muestran signos de cruentas luchas,

coagulan el tiempo con poesía;

 

espadas, escudos, flechas, amores

rotos,

anidan búhos inauditos,

el color de la sangre brilla;

 

dónde está esta ciudadela

...

vienen por mí