Pessoa, cinco en uno, sombra y espejo
espejo donde se miran mil rostros
rostros que vagan sin tiempos ni costros
costros de un alma que arde muy lejos.
Es Álvaro viento que arrastra y deja
deja su canto en la furia del día
día que muere en calma vacía
vacía sombra que a Ricardo aqueja.
Alberto es un pastor sin lamento
lamento que Bernardo oculta y calla
calla lo que en su pecho es tormento.
Pessoa, cinco en uno, sin aliento,
aliento que se quiebra y no estalla
estalla en versos que dan testamento!
No es posible escribir sobre Pessoa sin tocar sus heterónimos. Algunos de los nombres que rápidamente vienen a mi mente pertenecen a sus heterónimos principales: Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Bernardo Soares.
Álvaro navega en mares de furia y dolor
entre máquinas y sueños de un futuro incierto
su canto es un grito que se ahoga en amor
y en su ruido, mi espíritu queda descubierto.
Ricardo, el estoico, en su calma serena
habla de dioses que habitan sin querer gobernar
su poesía es la tregua para el alma en pena
como la brisa suave que enseña a olvidar.
Alberto, pastor del mundo, simple y profundo
en su mirada el campo es la única verdad
su voz es el rumor que, libre en cada segundo
rechaza el pensamiento y abraza la humildad.
Bernardo, en su desasosiego, escribe sin final
notas dispersas, huellas que nunca se entienden
como quien, en el tedio, encuentra lo vital
y en las sombras del alma, sus palabras descienden.