La recuerdo en el silencio
y en las nubes cuando pasan;
en las risas de los niños
y en los pájaros que cantan
en los árboles y arbustos
con sus alas liberadas
en busca de muchos frutos
que proveen verdes ramas.
La recuerdo aquí en mis sueños
cuando vuelan con sus alas
y en las brisas que acarician
la epidermis de mi cara;
y esas lágrimas que caen
cuando las mejillas bañan
y recuerdan que el olvido
nunca existe para el que ama.
La recuerdo cuando llueve
al llegar la madrugada
y en los rayos luminosos
cuando se aparece el alba
que dibuja los celajes
y arropa hermosas montañas
donde cantan los riachuelos
que brillan como la plata.
La recuerdo y no la olvido
aunque el tiempo pronto escapa
porque su recuerdo vive
como viven sus palabras
con la fiel sabiduría
que en el alma ella guardaba.
Y olvidarla no es posible
porque es luz que no se apaga.
La recuerdo cuando miro
que la lluvia no se escampa
y que caen muchas gotas
que bailan su propia danza
dando un son como pianolas
en el techo de la casa
donde su recuerdo vive
como el canto de alas blancas.
La recuerdo en una rosa
que despide su fragancia
con sus pétalos hermosos
que se pintan de escarlata
como los atardeceres
en los mares con sus playas.
Con recuerdos infalibles...
¡Cómo yo podré olvidarla
si fue Madre verdadera
bondadosa y abnegada!
Su cariño, su ternura
y el amor que siempre daba
se quedó aquí muy adentro
recorriendo como savia.
Y hoy mis versos la recuerdan
como luz que cotidiana
me ilumina todo al paso
porque el paso no se cansa.
Lo bueno, nunca se olvida,
mis versos, nunca lo callan;
y el recuerdo día a día
por las noches o mañanas
me recuerda el nombre de ella
que grabado está en el alma.